Frida Kahlo. Una mujer fuerte y valiente

Nací en Culiacán en 1907, basto para saber que era especial, a mi casita se le llamo casa azul, pero ahora es el museo más visitado del mundo entero, mi papa era un pintor y fotógrafo muy famoso y el cual me enseñó a colorear y dibujar.

De pequeña tuve una enfermedad rara, me quedé con una pierna muy delgada como un palo, cojeaba al caminar.

En el colegio se burlaban de mi pero yo decidí ser una chica valiente, había algo en mi que me hacia diferente, un día, me subí en un autobús y catapum pim pam, se acabó mi antigua vida.

Pasé mucho tiempo en la cama, solo me entretenía dibujando mi propio pie, por fin decidí que gracias a un espejito pintaría autorretratos que reflejasen mi entrecejo.

Entre cuadro y cuadro Frida pudo mejorar.

Ya era hora de dar a conocer mis pinturas a alguien más.

Conocí a un hombre llamado Diego Rivera al verme se enamoró y el no sabía que le gustaba más, si yo o mis retratos, lo nuestro fue un amor de lo más original.

¿Cómo se podía ser tan distinto y a la vez tan igual?

En mis cuadros contaba cómo me sentía, reflejaba mis penas, mis enfermedades tan doloras y alguna que otra alegría.

Y por fin, ¡Llegó el día!, ¡mi primera exposición!, mis extraños retratos causaron sensación.

El dolor en la cama no me paraba ni un solo día.

Porque si algo hay que aprender de la pequeña Frida es a decir: ¡Viva la vida y adiós a lo malo!

Frida encontró en la escritura otra manera de expresar sus sentimientos, le demostró al mundo entero que, a pesar de su desgraciada vida, fue una mujer fuerte, valiente y digna de admiración.

Moraleja: En la adversidad saca fortaleza