El tesoro de las cosas pequeñas

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En este cuento podrás descubrir que cuidando las cosas pequeñas de la vida ordinaria hacemos felices a los demás.

Desde BelenCribs queremos ayudarte y para ello te hemos preparado varias fábulas para entretenerte y colaborar contigo en la educación de tus hijos o alumnos. Junto con las fábulas, también, te traemos ejercicios de comprensión lectora y otras actividades que puedes realizarlas con los niños.
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Nombre del cuento: El tesoro de las cosas pequeñas

Un día de primavera Sofía estaba en el jardín de su casa, observando las flores con curiosidad. Su madre se le acercó y le preguntó

¿Qué estás haciendo tan entretenida, Sofía?

Estoy mirando estas flores, mamá. Son tan pequeñas, pero tan bonitas.

Las cosas pequeñas a menudo guardan grandes tesoros, querida.

¿De verdad?

Por supuesto. Piensa en las abejas, por ejemplo. Son pequeñas, ¿verdad?

Sí, muy pequeñas.

Pero su trabajo es crucial para el mundo. Polinizan las flores y nos dan deliciosas mieles. Son pequeñas, pero su importancia es enorme.

¡Qué interesante!

Y así como las abejas, hay muchas cosas pequeñas en la vida que debemos cuidar y apreciar.

¿Cómo qué, mamá?

Cuando sonríes a quien te molesta en vez de enfadarte, cuando le dices palabras de aliento a una amiga que está pasando por momentos difíciles, cuando abrazas a una amiga y le dices lo que le aprecias… Son pequeñas acciones que pueden tener un gran impacto en la vida de las otras personas.

¿Entonces debemos cuidar todas esas pequeñas cosas?

Exactamente, querida. Porque, aunque puedan parecer insignificantes, son esenciales para hacer del mundo un lugar mejor.

Decía san Josemaría: que cuando un cristiano desempeña con amor lo más intrascendente de las acciones diarias, aquello rebosa de la trascendencia de Dios

Gracias, mamá, desde ahora voy a empezar a prestar más atención a las cosas pequeñas.

Eso me alegra, Sofía. Piensa, las cosas pequeñas son como tesoros escondidos, esperando ser descubiertos.

Moraleja: Cuidar las cosas pequeñas es el camino para hacer más agradable la vida a los demás.

El vídeo del cuento: El tesoro de las cosas pequeñas

 

Ejercicio de comprensión lectora.

{Quiz}
Si lo prefieres, aquí te dejamos todas las preguntas para que lo imprimas y practiques en casa o en el cole.

1.- ¿Cómo se llamaba la niña?
A.- Ana
B.- María
C.- Sofía
2.- ¿Dónde se encontraba la niña?

A.- En clase
B.- De compras
C.- En el jardín de su casa
3.- ¿Qué le preguntó su madre?

A.- Que hacía tan entretenida
B.- Que estaba cantando
C.- Que llevaba en los bolsillos
4.- ¿Qué respondió la niña?

A.- Que estaba mirando los libros
B.- Que estaba mirando las flores
C.- Que estaba cantando
5.- ¿Qué le dijo su madre?

A.- Que las cosas son como son
B.- Que las cosas pequeñas guardan grandes tesoros
C.- Que las cosas pequeñas son muy bonitas
6.- ¿Qué son las cosas pequeñas?
A.- Tesoros escondidos
B.- Bonitas cosas
C.- Recordatorios

Actividades.

1.- Adivina adivinanza:

 

2.- Acertijo:

Las soluciones al final de la página

3.-Test de ortografía:

4.-Ahorcado:


Completa las siguientes palabras con la letra correcta. Si no la sabes, búscala en el cuento.

Colección especial de fábulas y cuentos infantiles
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¿Qué nos enseña?

La vida común y corriente de las personas, que los cristianos deseamos santificar, está entretejida de hechos y situaciones aparentemente sin relieve, de relaciones habituales y costumbres reiteradas que fácilmente podrían desembocar en un existencia rutinaria y superficial. Sin embargo, la fe en Cristo otorga una gran dignidad tanto a las personas y sus acciones como a las cosas creadas, rescatando la existencia humana de la posible monotonía e irrelevancia.

En ese entramado diario, los ojos de la fe encuentran constantes ocasiones de amar a Dios y servir al prójimo, haciendo la vida más humana y dotando de valor antropológico y sobrenatural a lo pequeño e intrascendente que, hecho por amor, se convierte en grande y trascendente: «Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir. (…) Os aseguro, hijos míos, que cuando un cristiano desempeña con amor lo más intrascendente de las acciones diarias, aquello rebosa de la trascendencia de Dios» (Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, nn. 114 y 116).

De este modo, aquello que parecía sin importancia demuestra tener una gran fuerza, al unirse a la gracia de Dios: «Cambiar el mundo con las cosas pequeñas de cada día, con la generosidad, con el compartir, escuchando a los demás y creando actitudes de hermandad» (Mensaje de Francisco a los jóvenes, 2-VI-2017).

¿Cómo te puede ayudar?

Aunque la Encarnación del Verbo fue milagrosa, sin intervención humana –«por obra del Espíritu Santo» (Mt 1, 18)–, su gestación durante nueve meses en el vientre de María y su venida al mundo en el seno de una familia fueron normales y nada llamativos. Los treinta años que precedieron a los tres de su vida pública y a su Pasión, Muerte y Resurrección, se desarrollaron en la más absoluta normalidad en la aldea de Nazaret, ejerciendo un trabajo manual y relacionándose con parientes, amigos y vecinos. Sin embargo, fue también un período redentor: una gota de sudor de Cristo en el taller de Nazaret nos salva, así como una gota de su sangre en la Cruz del Calvario.

Iniciada la vida pública, cuando Jesús regresa a Nazaret, sus paisanos se admiran: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos poderes? ¿No es éste el hijo del artesano?» (Mt 13,54-55). La gente decía de Él que «todo lo ha hecho bien» (Mc 7, 37), y san Josemaría comentaba que Jesús ha hecho admirablemente bien «los grandes prodigios, y las cosas menudas, cotidianas, que a nadie deslumbraron, pero que Cristo realizó con la plenitud de quien es perfecto Dios y hombre perfecto» (Amigos de Dios, n. 56)

Reflexión sobre

DALE TÚ LO QUE PUEDAS DAR: NO ESTÁ EN EL MÉRITO EN LO POCO NI EN LO MUCHO, SINO EN LA VOLUNTAD CON QUE LO DES

Jesús valora lo pequeño si está hecho con amor y generosidad, como la limosna de la viuda pobre (cfr. Mc 12, 41-43): «¿No has visto las lumbres de la mirada de Jesús cuando la pobre viuda deja en el templo su pequeña limosna? –Dale tú lo que puedas dar: no está en el mérito en lo poco ni en lo mucho, sino en la voluntad con que lo des» (Camino, n. 829). Y también echa en falta los debidos detalles de cortesía en casa de Simón el fariseo, después de que una mujer pecadora se acercara a Jesús, regara con lágrimas sus pies, los secara con sus cabellos, los ungiera con perfume y los besara, mientras su anfitrión no le había ofrecido agua para los pies, ni le había dado el beso de bienvenida, ni había ungido su cabeza con aceite (cfr. Lc 7, 38-46). Jesús –explica san Josemaría– «sacó a colación esa falta de urbanidad para realzar con esa anécdota la enseñanza de que en los pequeños detalles se muestra el amor» (Amigos de Dios, n. 122).

En sus enseñanzas, Jesús destaca la importancia de ser fiel en lo poco. En la parábola de los talentos, demuestra este aprecio con más palabras que son como la bienvenida al Cielo: «Muy bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: entra en la alegría de tu Señor» (Mt 25, 21). Y san Josemaría deduce: «Son palabras de Cristo –In pauca fidelis!… –¿Desdeñarás ahora las cosas pequeñas si se promete la gloria a quienes las guardan?» (Camino, n. 819).

El ámbito de las cosas pequeñas

Materialmente, el espacio o ambiente en el que vivir el cuidado de las cosas pequeñas abarca todas nuestras actividades: el trabajo, la vida familiar, las relaciones sociales, el descanso, etc., son elementos constitutivos de la vida espiritual de quien desea ser santo en medio del mundo, en estrecho contacto con las realidades del día a día.

Y desde el punto de vista formal, el ámbito de las cosas pequeñas es el de todas las virtudes. No sería virtuosa una persona capaz de soportar con fortaleza grandes tribulaciones y, al mismo tiempo fuera insensible y desagradecido ante un pequeño servicio recibido; o que viviera con un fuerte sentido la justicia, pero fácilmente descuidara detalles de sobriedad. Las virtudes forman como un tejido en el que todas sus fibras crecen de modo homogéneo, algunas veces a través de actos heroicos, pero habitualmente mediante acciones menudas que tienden al bien y a la verdad. San Josemaría advertía del peligro de imaginar grandes gestas en servicio del Señor, haciendo referencia al personaje de Tartarín de Tarascón, que pretendía cazar leones en los pasillos de su casa y –como era de esperar– no los encontraba: «Convenceos de que ordinariamente no encontraréis lugar para hazañas deslumbrantes, entre otras razones porque no suelen presentarse. En cambio, no os faltan ocasiones de demostrar a través de lo pequeño, de lo normal, el amor que tenéis a Jesucristo» (Amigos de Dios, n. 8). Más gráfica y llena de contraste es la consideración de Camino, n. 204: «¡Cuántos que se dejarían enclavar en una cruz, ante la mirada atónita de millares de espectadores, no saben sufrir cristianamente los alfilerazos de cada día! –Piensa, entonces, qué es lo más heroico».

Respuesta a la adivinanza:

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