San José y el belén
Los que amamos el belenismo celebramos hoy, junto a la Iglesia universal, a nuestro patrono San José y el Niño.
San José fue, como dice la escritura, ese hombre fiel y solícito a quien el Señor ha puesto al frente de su familia de la cual también todos formamos parte.
Dios lo escogió y lo llenó de gracias para que cumpliera una misión singular y entrañable la de cuidar del Niño y de su madre.
El centro de su vida fueron Jesús y María.
Por eso los amantes del belenismo estamos de enhorabuena porque tenemos un patrono que como decía santa Teresa de Jesús:
«No he conocido a nadie que le tenga verdadera devoción y le haga particulares servicios, que no lo vea más aprovechado en la virtud; pues ayuda mucho a las almas que a él se encomiendan»(V 6, 7).
Por lo tanto, hablar de San José es hablar de fidelidad: siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor serían las palabras que Dios le diría el día de su tránsito al cielo.
Porque nada desvió a San José de su misión en la tierra. ¿Qué otra cosa fue su vida sino una entera dedicación al servicio para el que había sido llamado?
Se creció ante las dificultades
San José consumió su vida atendiendo y sirviendo a aquella familia que Dios la había puesto bajo su custodia.
No se arredró ante ninguna de las dificultades por las que tuvo que pasar, se fio siempre de Dios y puso todos los medios humanos a su alcance para sacar adelante lo que Dios en sueños le había encomendado por medio de un ángel.
Por consiguiente, a todos los amantes del belén los felicito en el día de nuestro padre y señor san José y les recuerdo lo que nos decía la santa de Ávila:
«Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, y de los peligros de que me ha librado, así de cuerpo como de alma.
porque a otros santos parece que les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; pero a este glorioso santo tengo experiencia de que socorre en todas, y quiere el Señor darnos a entender, que así como le estuvo sometido en la tierra, pues como tenía nombre de padre, siendo custodio, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide»
Cuando en los días de navidad estemos montando nuestro belén acudamos a San José para pedirle por esta gran familia que formamos todos los amigos del belén.
Cata apostólica «Patris Corde» (con corazón de padre)
Hacemos una breve reseña de dicha carta que puedes ver completa en
Un padre amado, un padre en la ternura, en la obediencia y en la acogida; un padre de valentía creativa, un trabajador, siempre en la sombra: con estas palabras el Papa Francisco describe a san José de una manera tierna y conmovedora.
Padre amado, tierno y obediente
San José, de hecho, expresó concretamente su paternidad al haber hecho de su vida una oblación de sí mismo en el amor puesto al servicio del Mesías.
De ahí su papel como «la pieza que une el Antiguo y el Nuevo Testamento «, «siempre ha sido amado por el pueblo cristiano» (1).
En él, «Jesús vio la ternura de Dios», la ternura que nos hace “aceptar nuestra debilidad», porque «es a través y a pesar de nuestra debilidad» que la mayoría de los designios divinos se realizan.
«Sólo la ternura nos salvará de la obra» del Acusador, subraya el Pontífice, y es al encontrar la misericordia de Dios, especialmente en el Sacramento de la Reconciliación, que podemos hacer «una experiencia de verdad y de ternura», porque “Dios no nos condena, sino que nos acoge, nos abraza, nos sostiene, nos perdona” (2).
José es también un padre en obediencia a Dios: con su «fiat» salva a María y a Jesús y enseña a su Hijo a «hacer la voluntad del Padre». Llamado por Dios a servir a la misión de Jesús, «coopera en el gran misterio de la redención y es verdaderamente un ministro de la salvación» (3).
Padre en la acogida de la voluntad de Dios y del prójimo
Al mismo tiempo, José es «un padre en la acogida», porque «acogió a María sin poner condiciones previas», un gesto importante aún hoy -afirma Francisco- «en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente».
Ejemplo de amor a la Iglesia y a los pobres
«El carpintero de Nazaret -explica el Papa- sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia».
Se enfrentaba a «los problemas concretos» de su familia, al igual que todas las demás familias del mundo, especialmente las de los migrantes.
José también nos enseña «el valor, la dignidad y la alegría» de «comer el pan que es fruto del propio trabajo».
«Es necesario comprender», escribe Francisco, «el significado del trabajo que da dignidad», que «se convierte en participación en la obra misma de la salvación» y «ocasión de realización» para uno mismo y su familia, el «núcleo original de la sociedad».
Padre en la sombra, descentrado por amor a María y Jesús
«Nadie nace padre, sino que se hace», afirma Francisco, porque se hace «cargo de él”, responsabilizándose de su vida. Desgraciadamente, en la sociedad actual «los niños a menudo parecen no tener padre», padres capaces de «introducir al niño en la experiencia de la vida», sin retenerlo ni «poseerlo», pero haciéndolo «capaz de elegir, de ser libre, de salir». e celestial» (7).
La oración diaria del Papa a san José y ese «cierto reto»
El Pontífice recita una oración al Esposo de María «tomada de un libro de devociones francés del siglo XIX, de la Congregación de las Religiosas de Jesús y María».
Glorioso patriarca San José,
cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles,
ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad.
Toma bajo tu protección las situaciones
tan graves y difíciles que te confío,
para que tengan una buena solución.
Mi amado Padre,
toda mi confianza está puesta en ti.
Que no se diga que te haya invocado en vano
y, como puedes hacer todo con Jesús y María,
muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder.
Amén.