En este cuento podrás aprender como fue la Ascensión de Jesús a los cielos.
Desde BelenCribs queremos ayudarte y para ello te hemos preparado varias fábulas para entretenerte y colaborar contigo en la educación de tus hijos o alumnos. Junto con las fábulas, también, te traemos ejercicios de comprensión lectora y otras actividades que puedes realizarlas con los niños.
Recuerda que puedes subscribirte de forma gratuita para estar al tanto de todas nuestras novedades, y apoyar a la web.
Nombre de la historia: Una despedida gloriosa
Después de la resurrección Jesús se fue apareciendo a su madre, a María Magdalena a quien le dijo:
subo al Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios
A los de Emaús a los recriminó: necios y torpes para creer lo que anunciaron los profetas.
En otras ocasiones se apareció a los apóstoles y les dijo:
La paz esté con vosotros, era necesario que se cumpla todo lo escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos acerca de mí. El cristo tiene que padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día.
Y a Tomás le dijo:
trae aquí tu dedo y mirad mis manos, y trae tu mano y métele en mi costado y no sea incrédulo sino creyente.
Y en el mar de Tiberíades: muchachos, ¿tenéis algo que comer? Y comió con ellos unos peces después de la pesca milagrosa.
En otras ocasiones conversando con ellos para darles ánimo.
Y Juan, el discípulo amado, afirma, refiriéndose a él: este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero.
El Señor le había dicho a Pilato: mi reino no es de este mundo.
Y a la Magdalena: vete donde están mis hermanos y diles: subo al Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.
Y cuando estaban a la mesa se apareció a los once y comió con ellos.
Después los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Entonces Jesús finalmente les dijo: Se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
El señor después de hablarles, se elevó al cielo y está sentado a la derecha de Dios padre.
El vídeo
Ejercicio de comprensión lectora.
Ahora que has completado la lectura de “Una despedida gloriosa” ahora puedes realizar este trivia que hemos preparado para probar tu comprensión lectora. ¡Vamos a ello!
Si lo prefieres, aquí te dejamos todas las preguntas para que lo imprimas y practiques en casa o en el cole.
Actividades.
1.- ¿A quién se apareció primero Jesús resucitado?
A.- A Pedro
B.- A su madre
C.- A la Magdalena
2.- ¿Qué le dijo a María Magdalena?
A.- Soy Jesús.
B.- Subo al Padre y a vuestro Padre,
C.- Cuida a los hermanos
3.- ¿Qué les dijo a los de Emaús?
A.- Necios y torpes para creer
B.- Sois unos buenos apóstoles
C.- Os he conocido bien
4.- ¿Qué les decía a los apóstoles?
A.- Sed buenos
B.- La paz esté con vosotros
C.- Os llamo apóstoles
5.- ¿Qué le dijo a Tomás?
A.- Eres un buen amigo
B.- Llama a los otros apóstoles
C.- Trae aquí tu dedo y mirad mis manos
6.- ¿Qué hizo Jesús de hablarles?
A.- Les enseñó la doctrina
B.- Se elevó al cielo y está sentado a la derecha de Dios padre.
C.- Los bendijo
&nsbp;
1.- Adivina adivinanza:
Siempre tan fresquito en el cucurucho. ¡Qué rico y qué frío! Y nos gusta mucho.
2.- Acertijo:
En la tierra te sembraron, las aves te desearon, cuando estuviste dorado los hombres te segaron.
Las soluciones al final de página.
3.-Test de ortografía:
4.-Ahorcado:
Completa las siguientes palabras con la letra correcta. Si no la sabes, búscala en el cuento.
¿Qué nos enseña Una despedida gloriosa?
Desde el Nacimiento en Belén, han ocurrido muchas cosas: lo hemos encontrado en la cuna, adorado por pastores y por reyes; lo hemos contemplado en los largos años de trabajo silencioso, en Nazaret; lo hemos acompañado a través de las tierras de Palestina, predicando a los hombres el Reino de Dios y haciendo el bien a todos. Y más tarde, en los días de su Pasión, hemos sufrido al presenciar cómo lo acusaban, con qué saña lo maltrataban, con cuánto odio lo crucificaban.
Al dolor, siguió la alegría luminosa de la Resurrección. ¡Qué fundamento más claro y más firme para nuestra fe! Ya no deberíamos dudar. Pero quizá, como los Apóstoles, somos todavía débiles y, en este día de la Ascensión, preguntamos a Cristo: ¿Es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?; ¡es ahora cuando desaparecerán, definitivamente, todas nuestras perplejidades, y todas nuestras miserias?
El Señor nos responde subiendo a los cielos. También como los Apóstoles, permanecemos entre admirados y tristes al ver que nos deja. No es fácil, en realidad, acostumbrarse a la ausencia física de Jesús. Me conmueve recordar que, en un alarde de amor, se ha ido y se ha quedado; se ha ido al Cielo y se nos entrega como alimento en la Hostia Santa. Echamos de menos, sin embargo, su palabra humana, su forma de actuar, de mirar, de sonreír, de hacer el bien. Querríamos volver a mirarle de cerca, cuando se sienta al lado del pozo cansado por el duro camino, cuando llora por Lázaro, cuando ora largamente, cuando se compadece de la muchedumbre.
¿Cómo te puede ayudar Una despedida gloriosa?
Si sabemos contemplar el misterio de Cristo, si nos esforzamos en verlo con los ojos limpios, nos daremos cuenta de que es posible también ahora acercarnos íntimamente a Jesús, en cuerpo y alma. Cristo nos ha marcado claramente el camino: por el Pan y por la Palabra, alimentándonos con la Eucaristía y conociendo y cumpliendo lo que vino a enseñarnos, a la vez que conversamos con Él en la oración. Quien come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece y yo en él. Quien conoce mis mandamientos y los cumple, ése es quien me ama. Y el que me ame será amado por mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él.
No son sólo promesas. Son la entraña, la realidad de una vida auténtica: la vida de la gracia, que nos empuja a tratar personal y directamente a Dios. Si cumplís mis preceptos, permaneceréis en mi amor, como yo he cumplido los mandatos de mi Padre y permanezco en su amor. Esta afirmación de Jesús, en el discurso de la última cena, es el mejor preámbulo para el día de la Ascensión. Cristo sabía que era preciso que Él se fuera; porque, de modo misterioso que no acertamos a comprender, después de la Ascensión llegaría —en una nueva efusión del Amor divino— la tercera Persona de la Trinidad Beatísima: os digo la verdad: conviene que yo me vaya. Si no me fuese, el Paráclito no vendría a vosotros. Si me voy, os lo enviaré.
Reflexión sobre Una despedida gloriosa
Se ha ido y nos envía al Espíritu Santo, que rige y santifica nuestra alma. Al actuar el Paráclito en nosotros, confirma lo que Cristo nos anunciaba: que somos hijos de Dios; que no hemos recibido el espíritu de servidumbre para obrar todavía por temor, sino el espíritu de adopción de hijos, en virtud del cual clamamos: Abba, ¡Padre!.
¿Veis? Es la actuación trinitaria en nuestras almas. Todo cristiano tiene acceso a esa inhabitación de Dios en lo más intimo de su ser, si corresponde a la gracia que nos lleva a unirnos con Cristo en el Pan y en la Palabra, en la Sagrada Hostia y en la oración. La Iglesia trae a nuestra consideración cada día la realidad del Pan vivo, y le dedica dos de las grandes fiestas del año litúrgico: la del Jueves Santo y la del Corpus Christi. En este día de la Ascensión, vamos a detenernos en el trato con Jesús, escuchando atentamente su Palabra.
Respuesta a la adivinanza: El helado
Respuesta al acertijo: El trigo